sábado, 21 de junio de 2008

A Juan Carlos, el hijo menor

Te vi llegar y me llené de dicha,
en tus ojos yo vi la inmensidad
un regalo de Dios para mi vida,
que mi dolor venía a mitigar.

Paso el tiempo, creciste a mi tutela,
se fue la niñez, llegó la pubertad,
pero un día... ¡oh! mal día de mi vida,
fue el señor quien te vino a reclamar.

Fue tu voz para mi muy cantarina;
tu sonrisa, campana de cristal,
fue muy corta tu vida; fue un espino,
como un rayo en la oscuridad.

Hexilda

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